El domingo de Semana Santa nos fuimos a Shangri La, un lugar inserto en la naturaleza, donde encuentras mucho verde, sonido de río, de animalitos e insectos, rodeado de montañas, cerros, árboles, la luna brillante y esa dosis exacta de naturaleza para volver a ti y empaparte de toda esa luz y energía que vas perdiendo en el camino. Una escapada tan breve pero tan terapéutica a la vez, una epifanía que me hizo volver a conectar conmigo, con mi esencia, con mi yo, esa que soy y nunca he dejado de ser, pero de la que aveces me voy desconectando, por uno u otro motivo.
Una escapada que no se planificó, pero que siempre resultan siendo las mejores y se me viene a la mente una de mis frases favoritas de John Lennon “La vida es eso que pasa mientras estás haciendo otros planes”, esta frase me ayuda a habitar el presente, a recordar que la vida es hoy, ahora, aquí mismo , que no todo en la vida es lindo, fluido y armonioso, que aveces no todo sale como queremos, pero que todo lo mágico ocurre en su preciso momento, cuando tiene que ocurrir.
Después de inyectarme y sumergirme en ese místico lugar, pude reflexionar de forma espontánea y darme cuenta que estaba utilizando la mayor parte de mi tiempo en coleccionar pantallazos con información de la web que ya estaban saturando mi psique y estaba sintiendo ansiedad. En ese momento me dije a mi misma, urgente detox de redes sociales, vuelta al mundo real.
Hay cosas más bonitas detrás de una pantalla, como recordar mi hobby de buscar poesía en todo lo que me rodea, encontrar belleza en aquellas cosas que aveces pasan desapercibidas por llevar la cabeza gacha mirando el celular. Caminar entre hojas pintadas por el otoño, aquellas que ya comienzan a decorar el paisaje con una paleta de colores que me recuerdan porque es que amo tanto esta época.
Comencé a hacerme las típicas preguntas existenciales y a filosofar de ciertos temas que es imposible no traer al momento ¿Cual es el sentido de la vida?, ¿para que vine a este mundo?, ¿qué quiero hacer?, definitivamente explorar, nunca dejar de explorar, este donde este, vaya donde vaya, no quiero dejar de buscar belleza en las cosas cotidianas, convertir cada momento en un ritual que me lleve a sentirme y volverme más presente, más conscientes de lo afortunada que soy por estar habitando en este planeta. La madre tierra me invita a conectar con su esencia, a volver a lo natural, a visitar aquellos lugares que me conectan con mi espíritu, con mis ansestros, maestros y ángeles que me acompañan y me nutren de energía espiritual, cósmica y universal.
Siempre voy a querer volver a aquellos lugares donde puedo contemplar la luna y sentir toda su luz y energía que me vuelven a la calma y a mi eje, ese equilibrio necesario para seguir el camino, seguir asombrándome cada noche que la observo, en todas sus fases, con sus luces y sombras que me hacen recordar que con todo eso es perfecta.
Elogiemos el acto de observar el paisaje, lo simple, lo cotidiano, rodearnos de colores e inspiración, atardeceres y anocheceres para maravillarnos con las nubes y el cielo, viento, solcito en la cara, rescatemos la belleza de lo cotidiano y volver al mundo terrenal.
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